Los combustibles fósiles, la que ha sido la principal fuente de alimento de nuestra sociedad y su desarrollo durante años y años, contempla resignada como sus reservas se van agotando. Ante este futuro energético incierto, la principal esperanza son las energías renovables, aquellas que, por mucho que explotemos y consumamos, nunca se acaban. Además, son totalmente limpias, a diferencia de la energía fósil y sus nocivas emisiones de gases de efecto invernadero.
Entonces ¿cómo podemos comenzar a consumir energía cuya fuente sea renovable? Una de las opciones es contratar tu tarifa con alguna de las compañías eléctricas que comercializan este tipo de energía; sin embargo, una de las alternativas que está tomando cada vez más fuerza es el autoconsumo de energía eléctrica.
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El auge del autoconsumo español
En España, la potencia de energía instalada aumentó en 2018 hasta alcanzar los 262 MW aproximadamente, lo que vendría a ser casi un 95 % más en comparación con el año anterior a dicho ejercicio. Y de este último porcentaje, casi el 90 % corresponde a las infraestructuras de autoconsumo según la Unión Española Fotovoltaica. De esos 262 megavatios, 26 responden a instalaciones conectadas a la red de suministro general y 236 a aquellas infraestructuras de autoconsumo.
Las principales razones tras este suceso parecen ser, por un lado, la caída de los costes en lo que se refiere a dichas instalaciones y a la explotación de energía renovable —una bajada del 80 % en 10 años—. También responde al refuerzo aportado a esta práctica desde Europa y, por último, la desaparición del conocido impuesto al Sol, el principal impedimento de la evolución del autoconsumo en España hasta ahora.
Pero ¿en qué consiste el autoconsumo?
El autoconsumo consiste en generar energía eléctrica para el consumo propio, gracias a unas infraestructuras de explotación de renovables instaladas en el mismo lugar donde se produce dicho consumo. Evidentemente estas instalaciones —como paneles solares fotovoltaicos y/o aerogeneradores— y su tamaño están adecuados a un nivel más doméstico, ¿imaginas meter en tu casa todo un parque eólico de descomunales molinos?
Estas instalaciones de autoconsumo pueden estar aisladas de la red de consumo general y, por tanto, responder a toda la demanda energética por sí sola, o estar conectada a la red eléctrica y, por tanto, consumir electricidad tradicional solo cuando el autoconsumo no sea suficiente para abastecer la propia demanda.
Sin embargo, cuando la instalación está conectada a dicha red, también se puede producir el caso contrario: producir más energía de la necesaria y volcar las sobras a la red. Este tipo de instalaciones conectadas pueden dividirse en dos tipos:
El primer tipo, destinado al autoconsumo de la energía producida y que, a su vez, se divide en aquellas con una potencia contratada inferior a 10 kW o aquellas que se encuentren entre 10 kW y 100 kW.
El segundo tipo, destinado mayormente a la venta de la energía renovable generada a la red de consumo general.
Estés conectado o no, siempre puedes optar por adquirir baterías y almacenar el superávit de energía para aprovecharlo más tarde.
Las ventajas del autoconsumo
Gracias al autoconsumo, somos capaces de ahorrar tanto en nuestra factura de la luz como en el consumo de energía eléctrica tradicional. Además, al generar la energía en el mismo lugar donde se consume, se reduce en gran medida las pérdidas que se producen normalmente durante la distribución y el transporte de la electricidad.
Por otro lado, autoconsumir es sinónimo de ecologismo; y es que esta práctica favorece el cumplimiento de los objetivos de la Unión Europea en lo que a energías renovables se refiere, reduce nuestro consumo y dependencia de los combustibles fósiles así como sus emisiones de gases de efecto invernadero —y otros residuos— y, por tanto, constituye un gran paso en la lucha contra el cambio climático y la contaminación del aire.
En un aspecto más económico y social, el auge del autoconsumo favorece la creación de empleo y la democratización de los costes de esta práctica, además de aportar mayor protagonismo dentro del mercado energético al consumidor final.
En definitiva, el autoconsumo es un modelo de suministro que consiste en producir tu propia energía gracias a unas instalaciones de explotación de fuentes renovables, una alternativa al consumo energético tradicional que se encuentra en claro auge y que a la larga te permite ahorrar mientras ayudas al medioambiente. Pero no olvides que, además, gracias a los comparadores de luz podrás encontrar tu tarifa de luz verde perfecta.