El modelo de conducción actual, herencia de un pasado marcado por la revolución industrial, el desarrollo insostenible de los combustibles fósiles y la democratización del vehículo particular, está destinado a desaparecer, ya sea de forma voluntaria u obligada. Y es que, amén de que las reservas de combustibles fósiles se están agotando a un ritmo alarmante, su explotación y uso acarrea serias y graves consecuencias medioambientales, como el cambio climático y un aire cada vez más nocivo para la salud.
Por suerte, la sociedad ya se está movilizando —aunque nadie sabe si lo suficientemente rápido— hacia un futuro cuyos pilares sean un desarrollo sostenible y una energía renovable y limpia que haya sustituido por completo a su homóloga fósil. En este futuro, también es necesario cambiar nuestro modelo de transporte pero ¿cuáles son las opciones? Tenemos el transporte público, las bicis, los coches eléctricos y, quizás te sorprenda, los vehículos autónomos.
Un futuro automatizado
Los coches autónomos son aquellos coches capaces de circular sin la necesidad de que un ser humano los maneje. Sin embargo, este modelo futuro de coches plantea un abanico de problemas. Y es que no estamos solos en la carretera, estos coches autónomos necesitan alguna forma de comunicarse entre ellos, interactuar y de esa forma circular correctamente sin producirse mayores incidentes. Pero ¿cómo podemos dotar de semejante inteligencia a unos simples automóviles?
La respuesta, según el jóven científico Damián Roca, parece tenerla la propia naturaleza, en este caso los pájaros. Y es que circular es mucho más complejo que simplemente indicarle una dirección al coche autónomo.
El científico mallorquín de 28 años, galardonado por la Fundación BBVA con el premio de informática, ha desarrollado un modelo para que los coches autónomos sean capaces de circular correctamente, interactuando los unos con los otros. Dicho modelo recibe el nombre de «Hierarchical Emergent Behavior» o HEB.
Bandada de coches
En pocas palabras, el HEB es la suma de elementos propios de la biología —como el comportamiento de las aves al volar juntas en bandada—, otros elementos de la ingeniería como la descomposición jerárquica —es decir, la división del trabajo en tareas ordenadas por niveles—, el «fog computing» —modelo por el cual los objetos «inteligentes» pueden comunicarse entre sí sin hacer uso de Internet y la nube para almacenar y compartir información— y el Internet de las Cosas —la gestión remota de objetos cotidianos a través de Internet—.
De esta forma, Damián ha aplicado a los coches autónomos las tres reglas básicas de las bandadas, que permiten a las aves viajar en enormes grupos capaces de cambiar de rumbo de forma rápida y coordinada sin colisionar en ningún momento:
- Volar muy cerca de tus compañeros.
- Volar sin chocar con ellos.
- Volar a la misma velocidad y en la misma dirección que el resto del grupo.
Evidentemente, HEB no se limita a estas tres sencillas reglas e incluye muchísimas más, tanto en cantidad como en complejidad. Varios ejemplos serían la del destino —o a dónde quieres que vaya— y la de los adelantamientos. Según ésta última, los coches autónomos serían capaces de identificarse como coches más rápidos y cambiar de carril hacia la izquierda para adelantar a los más lentos o, por otro lado, considerarse a sí mismos los más lentos y permitir a otros coches adelantarlos.
Una conversación continua, un baile complejo y coordinado que supone el futuro de la conducción, un futuro en el que los combustibles fósiles y contaminantes hayan desaparecido al fin de nuestro horizonte energético, un panorama sin atascos dominado por la eficiencia y un medioambiente mucho más respetado, protegido y valorado. Hasta la llegada de estos coches autónomos, puedes colaborar con el ecologismo asegurándote de que tu tarifa de luz es lo más eficiente posible gracias a los comparadores de luz.