Hoy en día dependemos incluso más de lo que creemos de un correcto suministro de energía eléctrica. ¿Cómo si no podríamos trabajar con nuestro ordenadores o Internet, comunicarnos con nuestros seres queridos, iluminar nuestro hogar en la oscuridad de la noche, mantener nuestros alimentos frescos y correctamente conservados o lavar nuestra ropa? Estos son solo la superficie de todas aquellas necesidades que cubrimos gracias a la electricidad.
Es por ello que un fallo en el sistema eléctrico puede resultar una verdadera faena. Sobra decir que ante esta situación de emergencia, la opción más recomendada es siempre acudir a un especialista cualificado pero, sin embargo, en un caso de extrema necesidad, no está de más que sepamos diferenciar entre los distintos tipos de cables que circulan por nuestro suministro, cuál es la finalidad de cada uno y cómo tratar con ellos.
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Definición de cable eléctrico
Un cable eléctrico es la diminuta tubería por la que circula la electricidad gracias a la acción de un material conductor —normalmente hilos de cobre— recubierto por un material aislante. Es precisamente el carácter conductor de electricidad de dicho material el que originó y permitió la democratización del uso del cableado.
En el caso del material aislante que lo recubre y constituye el cable eléctrico, suele tratarse de plástico y su tipo y grosor varía de acuerdo al nivel de tensión y corriente nominales, de la temperatura ambiente y de la temperatura de servicio del material conductor.
¿De qué se compone un cable eléctrico?
Como ya hemos dicho, el principal elemento que conforma un cable eléctrico es el material conductor, aquel responsable de conducir la energía eléctrica. Si bien es cierto que el material más utilizado es el cobre, también se pueden utilizar otros hilos metálicos.
Por otro lado, en un cable eléctrico, contamos con el aislamiento, un recubrimiento que se encarga de rodear el material conductor y evitar que la electricidad circula fuera del cable eléctrico. Más tarde, la capa de relleno —otro material aislante— envuelve el conductor eléctrico para mantener el conjuntos unido.
Y por último, la cubierta, compuesta por aquellos materiales encargados de proteger ante la acción de agentes externos —como el clima— y dotar de aislamiento al conductor eléctrico.
El esquema de colores de los cables eléctricos
Los cables eléctricos no solo se diferencian por el material conductor o el groso, también presentan distintos colores. Pero no debemos cometer el error de creer que estos diferentes colores únicamente responden a un motivo estético o azaroso. Detrás de cada color, se esconde un código y una función específica.
Por ejemplo, en el caso del cable negro —también conocido como caliente— hablamos de un cable eléctrico cuya función es la de trasladar la electricidad desde el panel de interruptores. Mientras tanto, el rojo se utiliza como alimentador de corriente en circuitos de 220 voltios.
Por su lado, el cable eléctrico blanco —o neutral— toma la electricidad sobrante y la traslada de vuelta al panel de interruptores.
El cable verde/amarillo, también conocido como tierra, lleva la electricidad precisamente hasta una varilla enterrada en el suelo, con el fin de evitar que la energía eléctrica circule por nuestro cuerpo. El cable azul es el cable neutro y, finalmente, el marrón el cable eléctrico de fase.
Como ves, los cables presentan un amplio abanico de colores que, lejos de ser simples elecciones aleatorias, poseen un mensaje de enorme importancia acerca de sus funciones y su naturaleza, una información vital a la hora de tratar con ellos y con los circuitos eléctricos que componen.