En ocasiones puede llegar una factura de electricidad más alta de lo que esperabas y tener que aplazar ese viaje que tanta ilusión te hacía. Seguramente piensas en utilizar menos el aire acondicionado para poder ahorrar la próxima vez. En España hay hogares que directamente no pueden permitirse pagar estas facturas o que tienen que destinar una enorme parte del dinero a ello, recortando del presupuesto de otras necesidades básicas. Esto es lo que se conoce como pobreza energética.
¿Qué es la pobreza energética?
La pobreza energética se entiende como aquella situación en la que un hogar es incapaz de pagar por la energía necesaria para satisfacer sus necesidades o, incluso, si se ve obligado a destinar la mayoría de sus ingresos a cubrir las facturas energéticas.
Esta situación se traduce en impactos sobre el bienestar de los habitantes de dicho hogar, como no disponer de una temperatura adecuada y confortable en los meses más fríos o más calurosos, no disponer del dinero suficiente para adquirir otros biene y servicios o incluso correr el riesgo de no poder pagar las facturas y verse desconectado de la red.
La pobreza energética puede conllevar problemas tanto físicos —por ejemplo, problemas de salud derivados de las bajas temperaturas en los meses más fríos— como mentales —depresión—.
Este concepto cambia dependiendo de si estamos hablando de un país desarrollado o de uno en vías de. En países desarrollados, este concepto hace referencia a un sobreesfuerzo o imposibilidad de pagar las facturas, mientras que en países en vías de desarrollo, la pobreza energética consiste directamente en no poder acceder a fuentes de energía modernas como el gas natural o la electricidad.
El concepto de pobreza energética tradicionalmente posee tres factores que lo justifican:
- Bajos ingresos del hogar.
- Aumento del coste de la energía.
- Baja calidad de la vivienda.
No debemos confundir la pobreza energética con el hecho de estar en riesgo de exclusión o, directamente, con la pobreza. Un núcleo familiar puede sufrir la pobreza energética sin ser pobre. No obstante, este tipo de pobreza puede ser un primer paso.
Debemos destacar de igual modo el concepto de vulnerabilidad energética. ¿En qué consiste? Esta vulnerabilidad conlleva el riesgo de padecer pobreza energética, de forma temporal, debido a factores internos —como el nacimiento de un hijo— o externos al nucleo familiar —cambian los requisitos para acogerse a una ayuda—.
La vulnerabilidad energética permite abrir el concepto de pobreza energética. De este modo, la definición antes tradicional y cerrada de este tipo de pobreza puede contemplar las distintas necesidades de los diferentes tipos de familias o los cambios que sufren las políticas sociales.
¿Qué medidas se pueden tomar?
A corto plazo:
- No cortar el suministro en invierno para evitar consecuencias mayores.
- Ayudas asistenciales mediante ONGs o servicios sociales.
- Microreformas de bajo coste para aumentar la eficiencia energética de la vivienda.
- Redefinición del bono social y consumidor vulnerable para una mejor cobertura.
- Mejorar la coordinación y gestión de agentes implicados para evitar el corte de suministro.
- Nuevos métodos y facilidades de pago por parte de las comercializadoras.
A medio-largo plazo:
- Plan de rehabilitación de edificios y viviendas domésticas para mejorar la eficiencia energética.
- Creación de estadísticas específicas para observar la evolución de la pobreza energética.
- Junto con las estadísticas; crear una base de datos actualizada de los hogares vulnerables para priorizar las ayudas y estrategias.
- Educar a las nuevas generaciones y concienciar a la sociedad actual sobre las mejoras en eficiencia energética.
- Mejorar la información hacia el consumidor sobre lo relativo a suministros, contratos, tarifas y derechos frente a las compañías energéticas.
En conclusión, la pobreza energética es una seria problemática que azota a un sector de nuestra sociedad mucho mayor del que podemos sospechar en un principio. No obstante, los bonos sociales, otras ayudas, las prácticas de eficiencia energética o incluso el uso doméstico de energías renovables para el autoconsumo pueden ayudarnos a evitar la falta de energía.