Por todos es sabido que las energías renovables se presentan como la única y mejor opción para cubrir la creciente demanda la población mundial.
Los combustibles fósiles tienen los días contados como fuente de generación de energía por su elevado grado de contaminación e impacto en nuestro planeta y la implantación de las energías limpias cada vez cobra mayor protagonismo. Es cierto que en unos lugares tienen mayor representación que en otros pero nuestro modelo energético, aunque lentamente, va tomando este rumbo.
Como en todos los campos, la tecnología avanza muy deprisa y surgen alternativas, modelos, sistemas o dispositivos —llámalo como quieras— más eficientes que los anteriores. Así por ejemplo, lo que hace unos años creíamos como un mega invento para producir energía renovable hoy ha sido desbancado por otro más competitivo y con un impacto para el medioambiente menor.
¿En qué consiste la energía iónica?
Atendiendo a las cuestiones más técnicas, la energía iónica —también conocida como ionización— es aquella que se necesita para separar un electrón de un átomo. Explicado de otra forma, la energía iónica es aquella que se produce de la división entre un electrón y un átomo.
Un átomo está compuesto por electrones, protones y neutrones. Los electrones —de carga negativa— son las partículas más ligeras. De este modo, la energía iónica que necesitamos para eliminar electrones de un átomo aumenta a medida que el átomo pierde electrones ya que la carga positiva presente en el núcleo (protones) sigue siendo la misma, es decir, la fuerza de atracción se mantiene igual.
Una vez sabemos qué es exactamente la energía iónica podemos explicar sus aplicaciones en la vida real y cómo puede beneficiarnos.
¿Para qué sirve la energía iónica?
Entre sus usos principales, el más destacado es el de la generación de energía a partir de lo que se denomina como módulo iónico —desarrollado por la empresa Central Eléctrica Iónica—. Este dispositivo produce electricidad por sí solo utilizando agua salada a la que se hace entrar en contacto con electrodos.
Esta nueva forma de generar energía de forma totalmente limpia y sin impacto en el medioambiente ha sido calificada como capaz de mitigar los efectos del cambio climático por la Oficina Europea de Patentes (EPO).
Y es que el módulo iónico es una especie de generador eléctrico que puede ubicarse en espacios como garajes y sótanos y en el exterior ya que no hace ruido. Para su funcioamiento basta con llenar su depósito con agua del mar.
Genera energía de forma continuada durante las 24 horas del día, alcanzado hasta los 50kW/h lo que supone electricidad para abastecer de luz a un hotel de aproximadamente 200 habitaciones. Además, se estima que tiene una vida útil cercana a los 50 años, por lo que su mantenimiento es mínimo.
Aunque la energía iónica para producir electricidad era una alternativa desconocida, fue durante la pasada edición de la Feria GENERA cuando se dio a conocer.
Además de para producir electricidad, encontramos otras aplicaciones de la energía iónica:
- Detecta amenazas relacionadas con explosivos y drogas.
- Forma parte del circuito de encendido de los televisores de plasma.
- Se puede emplear para la esterilización de utensilios.
- Se emplea en biotecnología para analizar proteínas y otras moléculas.
Como ves, la energía iónica ha llegado para quedarse y producir electricidad de forma sostenible y comprometida con el medioambiente de modo similar a las energías renovables.